Nos permiten ser efectivos socialmente, comunicarnos con otros de manera adecuada y ser asertivos en aspectos tan importantes como la comunicación de nuestras emociones, todas ellas habilidades fundamentales a la hora de desempeñarse en el contexto laboral.
Si bien su definición no es única y muchas veces no existe un consenso entre los distintos autores que las describen, lo cierto es que las habilidades sociales se refieren a un conjunto de conductas o, tal como indica su nombre, de habilidades que nos permiten relacionarnos bien con los otros, y por lo tanto, también repercuten en aspectos personales.
Saber relacionarnos de manera adecuada es una fuente de satisfacción personal, nos permite pertenecer al lugar en el cual estamos interactuando y que dichas interacciones se efectúen en un ambiente de respeto y empatía; sin embargo, debido a que las habilidades sociales son el resultado de un proceso de aprendizaje, en el caso de las personas con discapacidad intelectual, es un ámbito en el cual pueden presentar mayor necesidad de apoyo para aprenderlas y ponerlas en práctica.
Cosas tan simples como saludar, saber cuando puedo o no puedo interrumpir o pedir algo, o cosas más complejas como saber comunicar que algo no me gusta o enfrentar una conversación difícil, son parte de la gama de habilidades sociales que se despliegan a diario. Frente a las posibles necesidades de apoyo por parte de los trabajadores con discapacidad en estas conductas, es fundamental que el contexto actúe como un agente modelador, siempre desde el respeto, y no como un "fiscalizador" de las conductas inadecuadas. En estos casos, las figuras de apoyo del trabajador pueden mostrar una respuesta adecuada de manera respetuosa, lo que implica no hacerlo en frente de otras personas, ni ridiculizar o humillar al otro, actuando siempre desde la motivación por prestar orientación para que se pueda relacionar de una mejor manera.
Si bien las relaciones sociales son transversales en todo ámbito, diversas publicaciones sugieren que algunas de ellas son ampliamente valoradas en el contexto laboral, tales como la empatía, la capacidad de resolver conflictos y el compromiso y es importante tener en cuenta que muchas veces, son los trabajadores con discapacidad quienes representan un gran aporte en estas habilidades, impactando de manera positiva en sus lugares de trabajo.
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