Se suele pensar que la discapacidad es una condición que está presente de forma igualitaria en los seres humanos sin importar su género; sin embargo, las propias personas con discapacidad, han manifestado que factores como la edad, grupo étnico, la cultura, clase social, etc., interfieren en hombres y mujeres de manera distinta.
La perspectiva de género en el ámbito de la discapacidad, nos ofrece un espacio para analizar y ver las posibles desventajas que pueden estar interfiriendo en el desarrollo de la persona o en el acceso a distintos servicios y/o experiencias. En innumerables ocasiones, ser mujer puede significar una situación de vulnerabilidad, principalmente si pensamos en aspectos como: brecha salarial, la diferencia de mujeres que asumen el rol de cuidadores con respecto a los hombres frente a la misma situación, la diferencia en los costos de algunos servicios, entre otras cosas.
Es por esto que una mujer con discapacidad, podría enfrentar una doble dificultad al momento de buscar un empleo o intentar acceder a la salud o la educación, no por sus características o por la discapacidad en sí, sino por los factores ambientales antes mencionados.
En cuanto a las recomendaciones para hacer frente a esta situación, se consideran las siguientes: